¿Cómo presentarme ante él? Debo ser prudente y saberme conducir. Mostrarme en algunos casos, débil, indefensa, adorable; en otros majestuosa y con plumas doradas, hermosa, inteligente, de buen humor, de mundo, luminosa, seductora. Él buscará poseerme, ser mi amigo, mi amante, mi padre, quizás copiar algo de mis personajes.

¿Cómo realizar mis deseos y no caer víctima de mi propio juego? ¿Cómo no convertirme en caricatura de lo que realmente soy?

En medio del bosque había un flamboyan, trepaba su corteza áspera cuando sucedió: la piedra reventó mi diente. Mis ojos basiliscos relampaguearon al verlo. En mi cabeza zumbaron cerúleos mis oídos. El rencor crispó mi piel y oscureció mis sentidos. Él sonreía con befa.

Voy a destrozarlo, a aventarle una… ¡No!, mil proyectiles. Voy a desfigurarle el rostro, agarrarlo de su lacio pelo blanco y darle vueltas en el aire hasta dislocarle la cabeza.

Estaba a punto de arrojármele, pero de la nada sentí una presencia enorme y furibunda que me decía que no lo hiciera. Me quedé ahí parada, estática y retadora, mirando con el rabillo del ojo izquierdo, mientras la voz me ladraba heréticamente. Apreté furiosamente mis dientes. Punzaba de coraje, dolor y miedo. El artesano continuaba martillándome y cada vez más fuerte.

¿Qué me dice el incidente de la piedra? En primer lugar que él no juega, pues cuando lo busco, me advierte que no le moleste en sus ocupaciones, me mira como se mira a los perros roñosos, me ignora y cierra la puerta. En segundo lugar que la pedrada es una manera de mostrar su repudio o su envidia porque lo hago sentir diferente. En tercer lugar que la pedrada no va dirigida a mí en particular, sino a todo. Me pega a mí, pero pudo haberle pegado a otra cosa. En cuarto lugar. No importa a quién o qué le pegue, la piedra es un timbre, un llamado personal. El timbre suena y yo abro la puerta. Pudo haber sido cualquiera quien respondiera, pero me tocó a mí y los sucesos que devienen son inevitables.

Impulsada por el deseo de transgredir lo inducí a su estudio. Es un lugar muy limpio y tranquilo, donde se percibe un sutil olor a barro. Hay muchas cosas, un piano, libros, botes de pintura, herramientas de metal, fotografías, cuadros con paisajes arbolados, discos de acetato, un gramófono, una máquina de escribir, cientos de figuras de arcilla roja y un estuche de oro asegurado del tamaño de una bolsa para dama.

El estuche es más o menos pesado, quizás contenga monedas de oro o joyas. Le pregunté que de quién era ese estuche, pero no quiso decírmelo.

Le sugerí abrir el estuche para ver su contenido. La curiosidad se desbordaba, y a falta de llave, él arrancó el seguro con la mano... parecía triunfante. De pronto escuché al artesano bajar arañando desesperado a mi memoria. Él notó un cambio en mi, así que regresó la caja a su lugar antes de abrirla y me abrazo. El artesano regresó a su escondite.

Los pequeños errores de memoria son pistas de que existe otra realidad balanceándose a mí alrededor.

2 comentarios:

Natasha dijo...

¿Ilusión o fantasía?...

Tienes la convicción de lo que es y de lo que no es... nadie o nada, ves lo que quieres ver

Natasha dijo...

joder, con esta repetida verificación de la palabra uuf