El encuentro es "casual"-. En el lujoso Mercedes hay dos hombres. Matira saluda y presenta a su amiga Maran. Ambas abordan el auto. En el auto Pieter también es Giovanni Ríos, un empresario alto, blanco y flaco de pelo largo, negro y lacio. Los cuatro se dirigen al "Victors".
Mientras comen en el amplio salón reservado especialmente para ellos, al ritmo de una melodía barroca tocada al piano, Giovanni cuenta de sus viajes por Francia, China y la India. Estupideces que trata de justificar pidiéndole a Pieter que refuerce con sus comentarios lo antes dicho por él.
Luego de dos horas en el "Victors", Maran propone ir a algún antro a bailar. Giovanni, tratando de ser "cool", propone ir al "Balak" o al "Frogs", pero Pieter pide algo más "hard core". Matira propone ir al bar "Estrella"; a Pieter le parece una idea excelente.
El antro está a reventar por la música. Piden cervezas. En el centro de la pista una bailarina atrae las miradas. Beben cerveza, una tras otra, entre abrazos, risas y manoseos. Ellas piden sin cesar y ellos pagan. -Mi rey… ¿pagas?-, dice Matira, dirigiéndose a Pieter con voz tipluda y arrojando el humo de los "Benson".
Luego de muchas rondas, Maran se desploma sobre la mesa completamente ebria. En el acto, Pieter y Giovanni se miran asintiendo. Giovanni toma a Maran por las axilas y la levanta. A ella se le doblan las piernas y se escurre como agua entre las manos del empresario. Como puede, Giovanni la dirige al Mercedes. Matira los sigue, y detrás de ella Pieter, que seguramente le lengüetea las nalgas con sus ojos inyectados de sangre, sexo y desvelo.
Giovanni lleva a Maran al asiento trasero del auto; Matira ocupa el asiento del copiloto. Giovanni manosea y lame las tetas de Maran descaradamente. Ella se deja llevar, está casi privada de ebria. Pieter pone su mano derecha en la pierna de Matira, no sabe como empezar. Ella se la retira suavemente. Él la mira desconcertado. Entran al Motel "Tijuana". Pieter y Giovanni llevan entre los dos a Maran al cuarto. Matira se escabulle, sale del carro y abandona el motel. Se sienta debajo de un puente. Rato después, Pieter va de un lado a otro buscándola. Ella tiene miedo. Hace frío. Siente que se le empapan las piernas de un líquido tibio y delgado, se está orinando de frío, embriaguez y miedo. Se desvanece.
Matira despierta en la tremenda helada matinal con los primeros rayos del sol. Un auto plateado sale vacío del Motel y se aleja. Media hora después sale Maran completamente desgreñada, caminando desgarbada y arregládose el vestido. Matira la sigue y se empareja a ella como una sombra. Ninguna de las dos dice palabra alguna. Caminan hasta encontrarse a solas, en medio del bosque y justo allí Maran crepita. Crepita y en su crepitar su belleza sucumbe. Es culpable. Maran se fragmenta y desmorona, sacrifica su felicidad y se prende. Plegaria desacralizada, habla un lenguaje que Giovanni no comprende. Dice sin decir adiós. Adiós a toda confianza y tradición. Luego, como olvidada de sí comienza a cantar suave: "soy mujer, soy catástrofe y tinieblas" Las palabras se han posesionado de ella. Ella es su instrumento.
3 comentarios:
Marita!!!, tanto tiempo sin visitarte, sin ver tus intentos lastimeros por sacarle algo de poesía a las letras y por no parecer la anencefalica que eres..te extrañe, lo acepto, ¿quien mas que tú podría brindarme esos arrebatos de humorismo involuntario?, ¿quién, quién?, jojo.
No hay nada detra's de las cosas.
Arrojas flores a los puercos y ...
Pirer,Pirer, ja ja,que poco se necesita para hacer reir a un payaso.
Entonces...eso significa que vives.
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