Ópalo y Cordia

Cordia realiza sus quehaceres matutinos: dar alpiste a los pájaros, lombrices a los peces, barrer y limpiar los cuartos. Sale al pasillo y ve entrar a Ópalo. Atenta a su llegada sonríe y dice: –Por fin vienes. ¿Quieres comer? Ven, te haré una crema de champiñones y los huevos con tortilla que tanto te gustan. Él asienta con la cabeza y se encamina al comedor. Ópalo la ve de espaldas preparando sus alimentos; por su mente atraviesan palabras e imágenes vertiginosas: mesa de obsidiana, piel de caoba, sueño obtuso, crepúsculo de inocencia, niña de madera, mano de colibríes, hermana celeste... Ella prepara la comida, sabe que él la observa, en su mente los pensamientos son claros: Es necesario el bienestar, la salud mental y física, los sentidos y el placer. Cordia sirve la comida y se sienta frente a Ópalo. Se observan y una vez más, como desde hace años, se desean pero no saben cómo empezar. Ella coloca su mano izquierda encima de la mano derecha de él. Ópalo, que aún no ha probado bocado alguno, al contacto se estremece y hace su silla hacia atrás. Cordia, que ya respira prestamente, se para y se dirige a Ópalo, le toma de las manos; da media vuelta, alza su falda holgada y se sienta justo encima de él; coloca las manos del hombre en sus pechos. Ahora él respira con dificultad. Su miembro está erguido. Ópalo se incorpora e inclina a Cordia de espaldas a él sobre la mesa, se baja el zipper, toma su verga y la restriega entre sus nalgas. Con sus pies, le abre las piernas y le comienza a untar el falo en su rajada. La penetra. Ella se mueve frenética mientras él la inserta una y otra vez. En la mente de Ópalo pasan imágenes: pastor de hierbas, niña de hierbabuena, sangre de volcanes, bosque de sombras, cesto de corazones, nubes de follaje, manchas de árboles amarillos, olor a corderos de eucalipto, cuerpo de heliotropos, arpa de rosas...

El banquete concluye. Él da el último bocado a los huevos fritos con tortilla y sorbe de un sólo trago el vaso lleno de jugo de naranja, luego se va a su laboratorio y pide no ser molestado. Ella continua haciendo sus labores. No ha pasado, como desde hace miles de años, nada.

2 comentarios:

Principito Desencantado dijo...

Maravillosa la frase de "contacto al mundo del no-tacto".

Anónimo dijo...

Toca algo, jálate un dedo, si se estira, significa que estás en otra dimensión....si no se estira, significa que estás aquí con nosotros.